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Soy Antonio Benito Peral. Nací en la ciudad de Colmenar de Oreja (Madrid) en 1932 por lo que, cuando escribo esto, tengo 86 años y lógicamente estoy jubilado. Aprendí a tocar el laúd muy joven. En mi juventud practiqué la música con amigos que también sabían tocar algún instrumento de cuerda, nos juntábamos en reuniones de amigos y en las fiestas de Navidad para cantar coplillas en las casas de nuestras amistades y familiares.
En los años siguientes, e incluso después de casarme y ya con hijos pequeños, formé parte del grupo de Coros y Danzas de mi pueblo. Con este grupo participé en varios certámenes provinciales y, en especial, en el Primer Festival de la Canción Popular durante la Feria del Campo celebrada en Madrid en 1968, donde los Coros y Danzas de Colmenar de Oreja, representando a la provincia de Madrid, obtuvieron un diploma y una medalla.
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A los treinta y ocho años me vi obligado a abandonar esta afición al quedarme viudo, y ocupado permanentemente en atender a mis seis hijos y a mis labores agrícolas, estuve sin coger el laúd hasta que me jubilé. Para cubrir una parte del tiempo que empezaba a sobrarme, me enrolé en la Rondalla de Colmenar de Oreja, formada también por personas mayores, que organizó, dirigía y aun dirige, el gran guitarrista Antonio Benito Alonso, archivo viviente de la música popular española de los últimos dos siglos.
Los ensayos, actuaciones, charlas y celebraciones en las que he participado con la rondalla en los últimos veinte años, han sido un complemento para mantenerme ilusionado, ocupado y activo, de tal manera que puedo afirmar con seguridad, que tener una afición, como la mía por la música y los instrumentos de pulso y púa, resulta esencial para no padecer el síndrome del jubilado, y no caer en el aburrimiento, en la depresión y en la soledad.
Partiendo de mi experiencia, quiero proponer a las personas jubiladas, con el sencillo método que les ofrezco, que aprendan a tocar uno de estos instrumentos, laúd o bandurria, pues no solo es placentero su aprendizaje, sino que aporta ejercicio físico, refuerza la concentración, ejercita la memoria, mantiene siempre joven el cerebro, se obliga a trabajar al sistema nervioso y, muy importante, abre la posibilidad de participar en grupos de personas que, con la misma afición musical, amplían nuestro círculo de amistades.
Todo eso no excluye que este método de enseñanza no pueda ser utilizado por personas de cualquier edad que quieran aprender a tocar dos de los instrumentos de cuerda más antiguos de la música popular y tradicional española: la bandurria y el laúd, que forman parte de rondallas, tunas y estudiantinas y están presentes en el folclore de toda la península.
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